El madrileño

Guillermo Guzmán
2 min readFeb 27, 2021

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Hay pocas cosas más improductivas que sentirse orgulloso de ser de un lugar determinado. Los sentimientos tribales cuentan con la ventaja de tener que dar pocas explicaciones y proporcionar una satisfacción gratuita. En Madrid, además, el sinsentido se redobla. Una ciudad sin pureza de ningún tipo, hija del mestizaje y cuya fiesta regional honra la vuelta al poder del rey felón para expulsar la opresión francesa.

Si alguien nos tiene que oprimir, que sea madrileño, para empezar.

El orgullo madrileño es un cajón de sastre donde cabe todo. Ser madrileño no significa nada y, por lo tanto, acoge en su seno cualquier explicación en la que uno se encuentre cómodo. C. Tangana es, sin duda, madrileño. Con cada nuevo trabajo se puede comprobar esa absoluta nada que significa ser de la capital del reino, porque a su trabajo se adhiere cualquier tipo de interpretación que uno quiera hacer de él. Todas valen porque todas colman las aspiraciones de reafirmación de quien la sostiene.

El Madrileño es un disco absolutamente mestizo. Inclasificable, lo que lo hace perfecto para intentar ser etiquetado. C Tangana se ha convertido en el objeto de adoración perfecto porque su fluidez le permite a los fanáticos adosarle sus propias ideas; siempre encuentran la estrofa, el ritmo o el título de la canción que sostiene que Tangana es esto o aquello.

La mitomanía es un problema para cualquier expresión cultural, aunque es necesaria para que el negocio siga en marcha. No sé si Tangana pretende hacer de sus canciones un libro de instrucciones sobre la vida, pero desde luego solo un necio podría tomarlo como tal.

Es posible que con una revolución apoyada en ideas y valores en vez de una basada en la estupidez identitaria no tuviéramos a El Madrileño. Imaginaos que mi conclusión fuera que en 1808 se fraguó este disco de C. Tangana. No, claro que no. Pero esa historia de idas y venidas que impidió a los madrileños forjar una identidad real ha contribuido a algo mucho más interesante: el mestizaje.

El disco de Tangana es un viaje disparatado por las identidades de todas sus colaboraciones. Eso lo hace fascinante. Qué error comete todo aquel que mitifica este trabajo identificándolo con su propia idea de Tangana. Esa necedad solo encerrará en sí mismo a quien quiera aferrarse a ella.

Quien se siente orgulloso de ser madrileño alimenta un sentimiento vacío. Una idea de cartón piedra que ignora las ventajas de no estar atado a la estupidez identitaria. Con esa cerrazón de miras, El Madrileño nunca habría existido.

A Fernando VII no le gustaría nada este disco.

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Guillermo Guzmán
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Written by Guillermo Guzmán

Me dedico a contar cosas a la gente. Produzco podcast: Abro paréntesis y Otra Historia Verdadera. Aquí escribo solo para mí.

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