La piel (Alfaguara, 2020). La fealdad que nos define
Termino de leer La piel (Sergio del Molino. Alfaguara, 2020) con mi compañera silente una vez más conmigo. La sensación es muy complicada de describir, hace tiempo que me cansé de intentar convencer a nadie de lo paralizante que son las jaquecas que van y vienen cada puñado de días.
A veces me da por pensar que se instaló en mi cráneo una argolla minúscula, atravesada por un fino hilo invisible que alguien, fruto del aburrimiento, se encarga de tensar de vez en cuando. Tira de él desde el punto más alto del cielo y hace que todos los músculos de mi cabeza se pongan en guardia. Parece que los pies se eleven un milímetro del suelo, como si mi cuerpo buscara aliviar la tensión que ese hilo, a través de la argolla, traslada al cráneo.
Al dolor lo sigue, inevitablemente, esa misantropía que salpica el relato de Sergio del Molino en La piel. Se me agria — aún más — el humor y solo quiero cortar todo contacto con el ser humano. No es solo por el dolor, es por lo que sé que puede venir después: unas horas de pasarlo mal, con suerte, pero a veces son los mareos quienes se unen a la fiesta y la noche en vela esperando que todo acabe. El miedo a lo conocido es el más paralizante de todos. Es el único real. Volverse misántropo ni siquiera se vuelve una categoría ética; es una necesidad de supervivencia porque ya no somos niños.
Quienes no conocen a los niños tienden a tratarlos como piezas de museo que hay que preservar en urnas y admirar desde lejos, sin tocarlos ni exponerlos a la intemperie, pero los que se atreven a oler su aliento saben que los niños absorben sin mella males que los adultos no soportan. Somos nosotros, los mayores, quienes tenemos miedo, porque el miedo auténtico sólo procede de la experiencia.
Sergio del Molino es una mente preclara que se agradece por tal y por contemporánea. Porque mientras otros andamos desenredando nudos del cerebro para encadenar dos ideas él sabe describir mejor que tú mismo a tus monstruos.
La piel es un tratado sobre la fealdad y la mediocridad; sobre las loterías vitales que se pierden y sobre estar hecho una mierda sin tener culpa ni remedio. Es inspirador ver a del Molino utilizar su psoriasis como punto de partida para reconocerse en otros monstruos que la historia ha dejado tras de sí, compañeros de enfermedad.
La piel es el órgano que nos pone en contacto con el exterior y este libro es el nexo de Sergio del Molino con ese mundo que te dice cómo vivir tu enfermedad, que le pone adjetivos y eufemismos, que la trata de forma bélica y es capaz de encontrar todo tipo de argumentos para convencerte de no sé qué cosa. Reconforta leer a un enfermo reconocer que a veces todo es una basura cósmica sin remedio aparente.
Nuestra fealdad nos define mucho más que nuestro repertorio de virtudes porque nos lleva a los extremos más primarios e incivilizados. Nuestra belleza la construimos con el paso del tiempo para ocultar al monstruo y proteger a la gente que queremos de él.
Me da mucha pena saber que no voy a ser capaz de recordar la mayoría de los pasajes de este libro. Y no porque no sean brillantes, porque si de algo está repleto el libro es de brillantez, sino porque la memoria es el relato que nos contamos a nosotros mismos de nuestras experiencias y yo me lo voy a contar todo mucho peor que él.
Compré La piel (Alfaguara, 2020) en la librería GRANT de Madrid.